Durante los últimos tiempos, la población ya es consciente de que tanto la emergencia climática como la crisis energética son dos problemas que nos asolan. Y además lo hacen de manera distinta. Por un lado, el primer problema amenaza al mundo entero y a toda nuestra especie a la hora de poder adecuarnos a las condiciones de vida que el planeta al que hemos transformado nos presente. Por otro, el segundo problema tiene que ver con los recursos –sobre todo basados en combustibles fósiles que contaminan y no se renuevan-, sus propietarios y quién puede consumirlos. A partir de ahí el ciudadano ha encontrado problemáticas derivadas que dificultan el día a día. ¿Cuál es la alternativa? Sin duda una calefacción urbana basada en el uso de renovables como fuente de energía parece la mejor solución.
¿Por qué la calefacción urbana es una buena alternativa?
La primera ventaja que se nos ocurre es casi una obviedad: Es buena alternativa porque supone una opción de generación de energía renovable para sustituir a la generación de energía no renovable y contaminante. En segundo lugar, el ahorro que supone para el bolsillo de los ciudadanos es evidente. Y no solamente porque el coste de la energía es más barato y no existe una competencia casi de orden geopolítico para distribuirlo –que también-, sino porque no necesitarás un equipo unitario para que caliente tu casa. Ni gastos en calderas ni en su mantenimiento.
Por todo ello, la calefacción urbana se postula como la técnica del futuro para mantener los hogares calientes sin necesidad de usar combustibles fósiles. Todo mediante una central térmica alimentada a base de energía sola o biomasa. A partir de ahí, si se extendieran estas prácticas, las emisiones a la atmósfera disminuirían considerablemente y los núcleos urbanos podrían abastecerse de agua caliente y calefacción sin necesidad de usar fuentes de energía contaminantes.